UN JEFE TOXICO UNA EMPRESA LLENA DE REDFLAGS
Me llamo Andrés y trabajo hace mucho tiempo en retail. Hace un tiempo atrás pasé por una mala racha laboral y estuve mucho tiempo sin trabajo. Esto me hizo caer en el sobreendeudamiento y tuve que buscar trabajo de manera desesperada para poder mantener a mi familia, ya que soy padre de 2 hijos y mi esposa está dedicada al cuidado de ellos por opción personal. Por lo mismo, el trabajo de mantener a mi familia recae sobre mí, y es algo que no me molesta, ya que, como vivimos en un mundo lleno de ambientes hostiles, prefiero ser el único que tiene que lidiar con esto. Dentro de todo, nos alcanza para vivir los cuatro, ya que no somos de gastar lo que no tenemos.
Fue en septiembre del 2024 cuando me llamaron de una empresa dedicada al rubro de los vinos para un puesto en el área de planificación, área en la que tengo experiencia y en la que me manejo. Esta empresa buscaba un líder de proyecto de planogramas (administración de espacios y category management). Cobré lo que estoy acostumbrado en ese puesto, ya que el anuncio especificaba exactamente lo que este puesto requiere.
Cuando tuve la entrevista todo bien con la de recursos humanos, buen feeling, pero cuando me tocó la entrevista con el gerente general, inmediatamente me llamó la atención su forma de comunicar: era como demasiado ensayada. Me contrataron y comencé a trabajar. Todo bien al inicio; tuve buen desempeño y comencé a sacar adelante el proyecto de manera enfocada y ágil.
Entonces se fueron añadiendo nuevas aristas a mi cargo. Por ejemplo, buscaban implementar un sistema de reposición automática y planificación. Este puesto, en otras empresas, se desarrolla por muchas personas, pero yo era solo uno. Acepté el desafío con la esperanza de que se reconociera mi esfuerzo, pero eso nunca pasó.
Pasaron los 90 días de prueba y se suponía que, terminado este período, mi contrato cambiaba a indefinido, pero me sorprendí cuando me llegó un contrato por 90 días más. Contacté a recursos humanos y pregunté; me dijeron que se trataba de un error, así que mi contrato cambió a indefinido.
Cuando esto pasó, nos tocó una reunión con el gerente general y me preguntó por unas configuraciones de la herramienta, a lo que yo le contesté que desconocía cómo se había hecho, porque me pasaron algo que ellos habían configurado de manera muy rudimentaria y tuve que llegar a trabajar con esas bases. En ese momento él se transformó y me gritó que era un inútil, que cómo pasé por alto esas configuraciones, y desde ese momento empecé a ver su cara real. Le dije que no hablara así porque yo no era un niño pequeño y que no entendía a los gritos. Me sorprendió la cara de terror que tenía el resto de los participantes de esa reunión cuando dije eso.
Media hora después me llegó un mensaje molesto del jefe de informática (quien también había participado de esa reunión), diciendo que a este personaje (Juan Andrés) NADIE PODÍA CONTESTARLE, ni decirle “no” ni corregirlo ni nada. Empecé a notar que varios de la empresa le tenían miedo y que tenía un carácter errático.
Yo tenía que levantarme todos los días a las 5:45 am para supervisar que el sistema hiciera bien los pedidos. Empecé a notar que el negocio tenía diferencias de inventario y que los sistemas no pasaban correctamente la información. Lo reporté, pero su respuesta fue: “En esta empresa no tenemos diferencias de inventario”. Empecé a buscar soluciones, pero ninguna era viable porque los sistemas de la empresa funcionaban mal, algo que este personaje respondía constantemente negando.
Entonces empecé a caer en el estrés, porque tenía que tener las tiendas abastecidas a pesar de todos los problemas que nadie quería solucionar. Caí en el estrés; no estaba bien, me sentía terrible por la obligación que tengo con mi familia y también por entender que este era un proyecto que había levantado prácticamente solo y que no quería dejar, por ser una obra netamente mía.
En agosto de este año, en la empresa dejaron de saludarme y empecé a ver la cara real de quienes trabajaban ahí. La jefa de recursos humanos hablaba con el personal sobre quiénes iban a despedir y hacía comentarios como que X persona era un inútil y merecía el despido.
Finalmente fui citado a una reunión donde me despidieron y dijeron cosas como que yo era “perjudicial para el equipo”. Cumplí justo el año y, nada, me sentí mal, pero ya tenía en vista otro trabajo, por lo que fue un alivio tremendo salir de lo que fue una experiencia laboral terrible para mí.
Ahora estoy más tranquilo y poniendo foco en mi familia.