La calidad sí mejora… menos la laboral

Por: Anónimo • Industria: Educaciónhace 13 días

Hace cinco años comencé a trabajar en una universidad pequeña. No tiene 30 sedes ni tecnología avanzada, pero me ha permitido seguir formándome y pagar el almuerzo sin pedir fiado. Empecé como auxiliar de calidad, sin experiencia, pero con muchas ganas.

Poco a poco, misteriosamente, me asignaron nuevas funciones, aunque la coordinadora de calidad no estaba de acuerdo. Al final, terminé haciéndolas. Con el tiempo, la coordinadora fue despedida por falta de presupuesto y, ¿adivinen quién quedó a cargo del sistema de gestión? Yo, el auxiliar. En 2021, me cambiaron el título a "asistente de dirección" y me prometieron que no tendría que ver con calidad. Decían que contratarían asesores externos y mi único rol sería servir de puente entre ellos y la institución. En resumen, un intermediario zen, sin estrés.

Los asesores venían cada vez menos, pues les debían varios meses de pago. Así que terminé coordinando todo el sistema de gestión: organizando auditorías, entrenando al equipo y armando planes de mejora, todo con el mismo sueldo de auxiliar, pero con un nuevo nombre en la firma del correo.

En 2022, se abrió una vacante en otra coordinación. Me ofrecieron cubrirla temporalmente con el mismo sueldo, mientras también hacía lo de calidad. Si todo salía bien, sería mi nuevo rol y habría un ajuste salarial. Spoiler: no pasó. Me dijeron que “no tenía la experiencia suficiente” y la coordinación fue para otra persona, con mejor salario. Yo regresé a calidad, como quien vuelve a una relación tóxica que no te quiere, pero tampoco te deja ir.

Además, empezamos a implementar otro sistema de gestión de calidad para aplicar a convocatorias nacionales. Trajeron a un familiar de los dueños para “asesorarnos” en esa norma. ¿Qué podría salir mal? Todo. El desconocimiento del hombre era evidente, y nuestras opiniones no eran tenidas en cuenta. Luego, nos enteramos de que le dieron el contrato para apoyarlo por una situación económica difícil.

A finales de 2024, llegó la gran auditoría externa del ente certificador. ¿Y quién asumió toda la logística, documentación, entrenamiento y recepción del auditor? Yo, otra vez. Resultado: auditoría exitosa, cero no conformidades y felicitaciones por mi liderazgo. La alta dirección prometió un aumento significativo para 2025. ¿Y el aumento prometido? Se lo tragó el mismo agujero negro de las buenas intenciones y presupuestos imaginarios.

Aquí sigo: con más responsabilidades, más resultados, más liderazgo… y el mismo sueldo de cuando confundía una caracterización con una novela gráfica. He buscado nuevas oportunidades, pero aún no se dan. Mientras tanto, sigo aquí: coordinando como si me pagaran por coordinar. Y sonriendo… como si no supiera que no lo harán.

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