EL JEFE NO ES AMIG@
El día que me recibí, me llamaron para trabajar en una pequeña empresa familiar. Logré ingresar; era mi primer trabajo de tiempo completo y estaba llena de energía. Continuaba capacitándome y mi trabajo se destacaba. Hacía todo lo que mi jefa directa me pedía, le entregaba todos los informes, lo que necesitara, yo lo hacía. Además, en el grupo de administración organizábamos salidas y celebraciones de cumpleaños, y siempre la incluía. Ella siempre asistía, hablábamos de temas personales, y la acompañé en un momento difícil que atravesó. Yo sentía que también era una amiga. El equipo de trabajo funcionaba bien.
Un día, el gerente, que era el hijo del dueño, nos llamó porque quería reestructurar la administración y separar dos áreas administrativas que consideraba críticas. Yo pasaría a ser jefa de esta nueva área. Nos pidió que armáramos un proyecto sobre cómo sería el nuevo organigrama de administración, con la distribución de tareas.
Estaba súper contenta, sentía que mi trabajo era reconocido. Me puse a armar la nueva estructura y esperé la nueva reunión que habíamos acordado. Con el paso de los días y las semanas, noté que la reunión no se concretaba; todo se había congelado. Yo seguía ilusionada y contenta (creo que se me notaba), por lo que un día se acercó el asistente de dirección, una persona mayor y de mucha confianza, y me dijo que no se iba a reestructurar nada. Mi jefa se había reunido directamente con el dueño para plantear que no le parecía justo que yo pasara a ser jefa como ella. Hablé con el gerente para ver si se avanzaba con lo que nos había planteado y me dijo que no. Tampoco quiso darme más explicaciones.
Me enojé; me resultaba difícil seguir trabajando. Ya me encontraba desmotivada y decepcionada. Dos cosas me afectaron: primero, que yo sí la consideraba mi amiga, y en segundo lugar, yo sabía que mi desempeño era impecable en la empresa. Pero evidentemente no iba a poder crecer allí.
Fui a presentar mi renuncia al dueño y al hijo, el gerente. Ellos no querían que me fuera, me ofrecieron aumentarme el sueldo. Pero no pude aceptar, sentía que no podía hacer un buen equipo de trabajo con mi jefa directa. Estuve mucho tiempo con resentimiento hacia esta persona.
Al poco tiempo de mi renuncia, logré entrar a otra empresa, en el puesto de jefa, con mejores beneficios, horarios y clima laboral. Sé que ella sigue en la misma empresa y que con el tiempo dejó de ser jefa.
Todavía me pregunto: ¿los jefes o compañeros de trabajo pueden llegar a ser amigos? Me gustaría conocer tu opinión.