El trabajo de tus sueños termina con tu salud y autoestima

Por: Anónimo • Industria: Otrohace 26 días

Hola, Eliana:

Sigo tu contenido en TikTok desde que empezaste; me gusta mucho y, más de una vez, me he sentido identificada con tus historias. Pensé en escribirte, pero no me animaba hasta ahora.

Durante la pandemia, acepté un puesto de oficina en modalidad remota. Los primeros dos años fueron agradables: venía de un formato muy estructurado (especialmente en el área contable) y en este nuevo rol trabajábamos de manera “descontracturada”. Al principio me costó adaptarme tras tantos años en procesos rígidos, pero todo parecía funcionar… hasta que descubrí que esa libertad implicaba falta de rumbo. No existían procesos claros, no sabíamos a quién solicitar información y las funciones cambiaban con el tiempo. La comunicación interna era deficiente y, con el crecimiento repentino de la empresa, la desorganización y la confusión se acentuaron. Hubo una fusión con otra sociedad, entraron nuevos colegas y otros renunciaron por la misma falta de orden.

Siempre expuse las situaciones incómodas por mail y aporté ideas de mejora, pero nunca fueron escuchadas. Durante dos años asumí tareas de facturación de e‑commerce “temporalmente” (hasta que llegara un reemplazo), sin recibir compensación extra. A mediados de 2023 trajeron a una nueva persona para ese rol, justo cuando regresaba de mis vacaciones. La comunicación con esa colega era casi nula, aunque formalmente teníamos que interactuar. Pronto llegaron quejas sobre su actitud — mensajes en redes internas con tonos agresivos — y, semanas después, detecté irregularidades en la emisión de comprobantes. Reporté la situación según el procedimiento, y aquello bastó para etiquetarme como “la supervisora hostigadora” (aunque nunca fui supervisora).

Sentí que ese conflicto se generó indirectamente por quien estaba a cargo del área: constantemente me decían “cualquier duda, preguntale a [mi nombre]”, sin respetar la jerarquía. Cuando le comenté al responsable que no quería exponerme así, solo me respondió que él quería centralizar las consultas en mí.

Un coordinador comercial llegó a acusarme públicamente de haber tenido responsabilidad en la desvinculación de la otra analista (quien finalmente no superó el período de prueba). Días después, un nuevo analista con amplia experiencia se incorporó y pude mostrarle los procesos modificados; sin embargo, al reorganizar carpetas encontré capturas de chats de tono sexual en una aplicación de citas y un CV “olvidado” que coincidía con comentarios previos. Al informar esto al responsable, me gritó delante de todo el equipo, lo que me hizo sufrir un desmayo emocional. Aunque luego ofreció disculpas públicas, su actitud solo parecía un gesto simbólico.

En octubre de 2023 recibí amenazas vía redes por parte de la exempleada, que también reporté. Me vi obligada a cambiar de número de celular y a adquirir un teléfono básico por seguridad. En noviembre, tomé mis vacaciones de fin de año y dejé un aviso de ausencia en el correo grupal; aun así, recibí reproches por no responder durante mi licencia médica (pues me enfermé gravemente). Cuando regresé, asistí a la cena de fin de año en un hotel céntrico y, tras un exceso de alcohol de algunos colegas, viví situaciones embarazosas al tener que ayudar a una compañera y ser testigo de comportamientos inapropiados.

En 2022 ya había sufrido un roce similar en una foto grupal —un superior me tocó la cintura sin mi consentimiento— y, aunque lo comenté en ese momento, volvieron a surgir indirectas sobre aquel episodio en 2024. Esto me llevó a iniciar terapia en diciembre de ese año, pues las tensiones y el maltrato continuo me estaban afectando seriamente.

A fines de 2023, el estrés derivó en problemas de salud: me diagnosticaron una trombosis que requirió cirugía y un reposo prolongado. A comienzos de 2024, sin buscarlo, me contactó una consultora para otro puesto; resultó ser la misma exempleada que revisó mi CV en octubre de 2023. Volví a reportarlo al responsable, reforcé mis medidas de seguridad y enfrenté un impacto emocional y físico muy fuerte.

En junio de 2024, tras meses de terapia, volví a mantener una reunión con el responsable para limar asperezas. Le pedí respeto a los límites jerárquicos y aclaré que, aunque lo respetaba como jefe, no eramos amigos. Él aceptó, pero la relación siguió tensa. Sé que debo permanecer en la empresa hasta inicios de 2026 por razones contractuales, pero planeo buscar otro lugar sin generar ruido.

No busco que esta historia salga en tus videos; compártela o modifícala como creas necesario para evitar riesgos legales, pero necesitaba expresarlo con alguien de confianza más allá de mi terapeuta.

Gracias por leerme, Una seguidora

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