Aumento salarial y cita con el jefe fallida
Trabajé durante seis años en una cadena de carnicerías. Al principio, solo era cajera, pero a medida que pasaba el tiempo, mi curiosidad por aprender crecía más y más. Poco a poco, en mis ratos libres, me adentraba en los demás sectores para preguntar y aprender. Al cabo de un año y medio, logré aprender todo y me convertí en cortadora de carne, algo inusual por ser mujer. Mi jefe me felicitó y decidió que era hora de ser la mano derecha de los encargados de sucursales. Según él, ese era mi rol, pero en realidad me llevaba con ese título para vigilarlos a ellos.
Intentaba ofrecerles detalles a mejorar, pero los encargados de las sucursales se enojaban conmigo, acusándome de "querer serrucharles el piso", y nuestra buena relación se disolvía rápidamente. Yo les explicaba que solo hacía mi trabajo, y también le planteaba a mi jefe lo incómodo que era para todos, pero él hizo caso omiso. Después de conseguir que todos los encargados me tuvieran rencor, mi jefe no tuvo otra opción que dejarme en un local fijo como encargada del turno de la mañana, ya que por la tarde estaba otra persona. Le comenté que no quería ser encargada de sucursal, ya que, además de darles la razón a todos de que yo quería llegar a ese puesto, no estaba en mis aspiraciones. Quería trabajar en la administración del frigorífico, donde me habían dicho que hacía falta alguien y que todos me veían preparada para el puesto. Mi jefe me dijo que era una posibilidad, pero que debía esperar, y aun así me quedé. Pasaron dos años y nunca sucedió, y durante ese tiempo tuve que cumplir como encargada de sucursal, operaria de producción, realizar el desgrase de carne y fraccionamiento, controlar cajas y limpiar el local.
Era evidente que mi jefe me veía como un comodín y una empleada muy obediente, hasta que llegó el día en que dije basta y decidí renunciar. Mi jefe intentó convencerme subiéndome el sueldo un 3% y medio día libre, e incluso me ofreció una salida como una cita (tenía fama de salir con sus empleadas, pero nunca quise creerlo). Decidí no aceptar e irme.
Pasaron dos meses en los que no conseguí otro trabajo, y él me rogó volver prometiendo que todo iba a cambiar. Sí, acepté, pero eso solo duró tres meses antes de que decidiera despedirme. A un compañero estaban por contratarlo en la empresa donde trabaja mi esposo, algo que supe el día de la entrevista, y mi jefe creyó que yo estaba "moviendo hilos" para quitármelo del camino y no competir con nadie. Se rumoreaba que el puesto de administración estaba entre nosotros dos. Dijo que tenerme en el equipo era "dormir con el enemigo" y que de todas formas nunca iba a cumplir con lo acordado al recontratarme. No había insinuaciones, solo cumplir mi rol de encargada y que me pagara extra si debía hacer lo que hacía antes, y que en un lapso de seis meses fuera a la administración del frigorífico.
Quedé nuevamente desempleada, pero ahora aprendí, a las malas, que no debo volver a los lugares que tanto mal me hicieron, por más promesas que puedan existir.
Te quiero, Carla. Algún día, quisiera poder trabajar para ti, y de no ser posible, con alguien que sea la líder que demuestras en tus canales.