SILENCIADO Y HOSTIGADO POR MI JEFE
Mi relación con mi jefe era muy buena y teníamos excelente comunicación. En el año 2011, sufrí un accidente in itinere mientras iba camino al trabajo, lo cual me obligó a estar en reposo laboral durante 1 año y 9 meses, ya que la aseguradora no me daba el alta. Durante todo ese tiempo, sin poder caminar debido a una fractura expuesta del fémur derecho, me hacían ir a trabajar realizando tareas pasivas como sentarme y hacer labores administrativas, a pesar de ser el jefe de laboratorio.
El problema comenzó cuando finalmente me dieron de alta y me reincorporé de manera normal. La aseguradora me había otorgado un 12% de incapacidad, pero decidí emprender acciones legales porque sabía que no había quedado bien. Con mi abogado, logramos que reconocieran la incapacidad real del 46% y me pagaran la indemnización correspondiente. Esto no le agradó a mi jefe ni al médico laboral de la empresa, ya que ambos me habían sugerido aceptar el 12%.
Después de ganar el juicio, comenzó un martirio nefasto. Mis médicos personales y la junta médica me habían recomendado NO HACER ESFUERZOS. Sin embargo, el primer día de mi reintegración, me trasladaron a otra sección donde debía levantar objetos de entre 50 y 70 kg, a pesar de que el accidente me había dejado con 2.5 cm menos de pierna y había perdido parte del hueso. Esto llevó a un hostigamiento constante:
- Durante años, mi jefe no me dirigía la palabra ni me saludaba; actuaba como si no existiera. - En ese tiempo, observé cómo algunos "compañeros" robaban y durante casi dos años recopilé pruebas para informar a mi jefe. - Tenía dos compañeros que me vigilaban, enviados por él, y tenía prohibido hablar con el resto del personal. Mis días eran silenciosos, interrumpidos solo por las risas burlonas de mis compañeros. Ya no era vida.
En octubre de 2019, solicité un mes sin goce de sueldo para estudiar mi última materia en la universidad y poder graduarme. Logré graduarme, pero al regresar, nadie en la empresa fue capaz de felicitarme. Durante mi ausencia, mis compañeros se habían reunido con mi jefe para ofrecerle una "solución" a "MI SITUACIÓN", como ellos la llamaban. Le sembraron tanto odio hacia mí, salvándose ellos, los principales responsables del robo, que al reincorporarme de mi licencia sin goce de sueldo, fui despedido después de 18 años en la empresa.
Lo que más me sorprendió fue que me acusaron de cosas incomprobables y, antes de irme, le mostré a mi jefe las pruebas que había recopilado durante años. No me creyó, a pesar de la evidencia contundente; defendía lo indefendible.
Finalmente, todo terminó en juicio, el cual gané. Durante la pandemia, tuvo que pagarme como fuera y su empresa, que no era considerada esencial, cerró. Años después, descubrió "CÓMO LE ROBABAN" y que todo lo que yo había dicho era cierto, pero ya era demasiado tarde. Cuando me despidió, sentí alivio y gracias a eso hoy soy el profesional que soy en otro rubro. Las pinturas, que tanto me hizo amar, también me hizo odiar.