Entre ilusiones y contratos fantasma

Vivo en Lisboa desde hace tres años. Hace dos años y medio logré entrar en mi mercado: soy directora de arte y diseñadora. Como inmigrante, es un gran paso incorporarse a tu rubro en otro país, especialmente en equipos creativos de agencias, donde la competencia es feroz y los cupos escasos. Al principio, solo buscaba una oportunidad, ya fuera freelance o fija, solo quería entrar.

Hace un año, mi primer contrato en una agencia terminó. Estaba triste, pero rápidamente contacté a algunos directores creativos. Quince días después, estaba en otra agencia. No era cualquier agencia, era LA AGENCIA. Era un proyecto de verano por un mes como freelance, pero con horarios de tiempo completo. Lo acepté para no quedarme sin trabajo.

El primer mes les gustó mi trabajo y me renovaron, así pasaron seis meses. Cada día quince, debía preguntar si seguiría o no. La situación era inestable, pero el prestigio y los proyectos lo valían. En octubre, llegó un nuevo supervisor y comenzaron a despedir gente, trayendo a personas de su antigua agencia. Yo seguía como freelance.

A finales de noviembre, el supervisor me dijo que había solicitado mi contrato. Le había pedido trabajar diciembre desde Colombia y me lo concedieron. El 26 de diciembre, me pidió volver la primera semana de enero porque en febrero comenzaría mi contrato. Cambié mis boletos, gasté 400 euros y viajé el 1º de enero emocionada.

Al llegar, me enteré de que todo era mentira. Mis jefes me pidieron paciencia, prometiendo un contrato si llegaba un nuevo proyecto. Mientras, trabajé in house con un cliente importante. Mis diseños gustaron tanto que se usaron de referencia, lo que molestó al supervisor. Después, volví a la agencia. El cliente canceló el pitch porque quería trabajar conmigo.

La agencia ganó el pitch, pero nadie hablaba de mi contrato. El director general ofreció todo, menos el contrato, alegando restricciones de Nueva York. Me sentí desvalorizada y renuncié. Al día siguiente, recibí mensajes de apoyo de todos, menos del supervisor.

Estuve un año dando todo, pero solo jugaron conmigo. Me fui de viaje dos semanas para despejarme y ahora busco algo nuevo.